Con el fin de poder ir concretando un poco más la búsqueda de información, del siguiente manual –La época de Franco. La España del Régimen (1939-1975) de Standley G. Payne, que ya citamos en la primera memoria de trabajo- he optado por recoger sólo los datos concernientes a la cultura. Y, en esta entrada, tan sólo adelantaré lo relativo a la religión.
Así, el autor distingue entre, por un lado, la cultura (nacional-católica) de entre 1939 y 1959, y, por el otro, la de los años 60. Sin entrar, obviamente, en la década de los 70, ya que, si esos cinco años fueron el ocaso político de la época de Franco, se entiende que no hubo una continuidad cultural, sino el despertar de una transición hacia una cultura democrática...Y se nos queda grande en este trabajo, si queremos abordar el tema con precisión, tener que hablar de las consecuencias culturales del mayo del 68 en Europa o de la eclosión de “la movida” en Madrid, por ejemplo.
En esa primera parte del Régimen, cabe señalar la preeminencia de la Iglesia católica, puesto que tuvo lugar una gran resacralización de la vida española: tanto el número de edificios eclesiales como la asistencia a ellos aumentaron, y a partir de 1942, se popularizaron las misiones de evangelización masiva y los retiros de estudios religiosos.
La figura que representaría la sociedad española formal bien podría tratarse de un seminarista archirreaccionario, una feligresa asidua a ciertas formas de piedad pública, puritana constreñida, o un ultracatólico con puesto reservado en el Ministerio de Educación (para que las normas religiosas pudieran repercutir en el sistema educativo).
Sus respectivas contrafiguras (encarnaciones de la cara de la luna que los rectores ocultaban y condenaban) podrían ser un “cura rojo” que se arriesgara a dar la misa en lengua vernácula, una prostituta –este oficio proliferó en medio de la penuria- o cualquier miembro de los grupos sociales católicos que fueron reprimidos.
Sin embargo, en la siguiente parte del franquismo se cambiaron las tornas: Aunque las cátedras universitarias las conservaban aquellos miembros del Opus Dei que las habían obtenido en las décadas de los años 40 y 50, afloraron las Hermandades Obreras de Acción Católica y demás asociaciones de democristianos. El otro platillo de la balanza iba cogiendo peso.
A este respecto, termino recordando aquel matrimonio que creó Miguel Delibes en Cinco horas con Mario, para escenificar las relaciones entre esas dos Españas que coexistieron en la posguerra: En la izquierda tenemos a Mario, socialista y cristiano, que predica el Evangelio del progreso: “la caridad no consiste en dar sino en darse”. Y a la derecha, a su mujer Carmen, quien, en plenos años 60, muestra su nostalgia por la “devoción” reaccionaria que vivió en su juventud, y contraataca: “qué buenos se están poniendo estos curitas jóvenes [tal vez esa contrafigura de cura izquierdista...], que no dan importancia a nada, sólo a si los obreros ganan mucho o poco”.
Me ENCANTA la alusión a Cinco horas con Mario. Qué bien capta Delibes el entonces, cuánto nos impresiona en contraste con el ahora.
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