viernes, 26 de noviembre de 2010

Ciencia de los inútiles.

La avaricia del dictador se vería enfrentada a la hora de agenciarse nombres de importancia para el recuerdo de su época con el filo del patrón con que querría dar forma a su Régimen. ¿Podría la ambición de Franco de tener en su nómina a intelectuales y artistas contra las bases de su tradicionalismo católico radical?

La respuesta, por supuesto, no es generalizada ni a todos los ámbitos, ni a todos los artistas, ni a todos los intelectuales, pero, sorprendentemente, la mano de hierro del Caudillo estrecharía muchas manos que nadie se esperaría que estrechara en un Régimen tan poco flexible en otros ámbitos.

Al referirnos a la pintura es referencia obligada el dibujo y la parte que este hacía en la declaración de intereses e ideología de ambos bandos cuando aún duraba la guerra: los republicanos, con cartelística y edición de revistas bajo el título autoconcedido de nacionales, y los sublevados, con su propaganda claramente inspirada en los carteles soviéticos e ideas fascistas italianas.

De estos últimos, que son los que interesan en este caso, hay que destacar los dibujos políticos enmarcados con laureles de victoria y el azul tan de la Falange de Teodoro Delgado; de José Caballero su visión onírica del dominio del Régimen, muy emparentada con la de Dalí y su surrealismo, y el que más contenido a enseñar incluía en su obra, Carlos Sáenz de Tejada, quien incluso pintó a los rojos como enemigos bárbaros y acérrimos de la religión y la cultura en las ilustraciones de Historia de la cruzada española.

La pintura ordenaría en sus filas a artistas de lo más variopintos. Como es de esperar, al principio, desprovista de matiz vanguardista alguno, la temática se concentraría en la retratística oficial, también en el petit genre (la pintura de género, los cuadros costumbristas) y el grand genre (la pintura histórica), todo de estilo Academicista, herencia del Clasicismo, característica común en los cánones del Generalísimo. Cabe destacar la obra de Dalí, en apariencia poco coherente con las ideas del Régimen, pero apadrinadas, tanto las obras como el mismo Dalí, por Franco. Y fue justo la inconsistencia en esta cara del arte la que permitió la creación de vistas alternativas de la expresión pictórica a partir de los años cuarenta, y con ellas, la entrada en los cincuentas y sesentas de la obra de Picasso, Miró, Tapies y Cuixart. Fue una ciencia de inútiles querer controlar lo que está al alcance de la mano de cualquiera: un lapiz, un papel. Aquí se retrataría, nunca mejor dicho, el fallo de la política de control y una de las principales causas y crisis que llevaría al fracaso al Régimen: la incapacidad de controlar el pensamiento y su manifestación. Aunque intentó dar su bendición a algunas figuras para que sirviera como una válvula de escape de presión, sería cuestión de tiempo para que las gotas de nuevas ideas internacionales cayeran en tormenta y rebosararn el vaso que el Caudillo usó para contener las suyas.


Fuentes:

Historia del arte contemporáneo en España e Iberoamérica - José Manuel Rodríguez Martín
www.generalisimofranco.com
Consulta a coleccionistas particulares.

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